Ricardo Zamora

Fue uno de los mejores porteros de todos los tiempos. Su capacidad para intuir la trayectoria del balón y sus grandes paradas le procuraron el apodo de El Divino. Su estilo era sobrio, pero introdujo algunas innovaciones en el fútbol, como el despeje del balón con el antebrazo o el codo, que ha pasado a la historia del fútbol con el nombre de “zamorana”.

Ricardo Zamora nace en Barcelona el 21 de enero de 1901, un año antes de la fundación del equipo en el que consiguió sus mayores éxitos, el Real Madrid. Hijo de una valenciana y de un médico gaditano que quería que se dedicara a la medicina como él, era un muchacho enclenque que, con tesón y esfuerzo, logró convertirse en un atleta que practicó, además de fútbol otros deportes como el atletismo, la natación y el boxeo.

En el fútbol comenzó como aficionado, convirtiéndose pronto en un excelente guardameta. Debutó el 23 de Abril de 1916. A los 16 años fichó por el Español. Al no existir aún la Liga, se competía por el campeonato de Cataluña. Ganó uno de estos trofeos con el equipo perico, pero tuvo un enfrentamiento con la directiva y se fue al FC Barcelona donde ganó en tres años dos Copas del Rey y tres Campeonatos de Cataluña.

Tras  estos éxitos, Zamora pidió a la directiva del Barça un aumento de sueldo que le negaron y decidió volver al Español, donde estuvo ocho años, ganando otro campeonato catalán y otra Copa del Rey. Precisamente, fue con el Español con el que jugó sus dos primeras temporadas de Liga, competición que nació en 1928.

 

ZAMORA, MEDALLISTA OLÍMPICO

Antes de ello, Ricardo Zamora formó parte de la selección española en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, donde nació la leyenda de la furia española, el arquetipo de nuestros futbolistas: en ese equipo estaban Pichichi y Zamora en persona, Samitier, Belaúste, Sabino, el del pelotón o Patricio Arabolaza, autor del primer gol de la selección española y que dio nombre durante muchos años al premio a la Furia Española instituido por el diario Marca.

Un equipo que, con una dieta de 67 francos diarios, consiguió ganar a Dinamarca, la campeona olímpica de las dos anteriores ediciones por 1-0 y sin saber que era una de las favoritas. De ese partido Zamora salió a hombros y el triunfo se celebró a lo grande, en un cabaret. Tras la juerga perdieron contra Bélgica y quedaron condenados a jugar por la medalla de bronce en el torneo de consolación.

Suecia, teórico primer rival de España, se había retirado. Así que como había un día extra de descanso, los nuestros se fueron de juerga, claro. Durante el banquete, un miembro de la organización les dijo que al final los suecos habían decidido participar, y que jugaban al día siguiente. O sea, del banquete al campo, o casi. España amenazó con no presentarse y la organización concedió 24 horas más de descanso.

Suecia se adelantó en el marcador y tras el descanso el árbitro pita falta para España. Sabino encara el balón y Belaúste sube el ataque y grita «¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo a todos!» Y vaya si los arrolló: entró en la portería con el balón y varios defensas suecos colgados de su camiseta. Como no estaba claro quien había atropellado a quien, el árbitro cerró los ojos. Acedo marcó luego el 2-1. En el minuto 87 hay penalti para Suecia y Samitier, que era tan bueno como marrullero, se cruzó por dos veces delante del delantero sueco cuando este tomaba carrerilla para lanzarlo, supuestamente para decirle algo al árbitro. Éste le advirtió de que la próxima vez que se moviese sería expulsado, se dedicó a lanzar piedrecitas y pedazos de barro al balón. Y cuando el desquiciado nórdico lo lanzó fuera, fue a felicitarlo. Al final del partido quedaban en el campo ocho suecos y siete españoles. El resto, maltrechos en la banda.

Tras la batalla campal no había ganas de salir, al día siguiente esperaba Italia. Pero cuando al día siguiente se batió a los italianos por 2-0 el festejo se hizo obligatorio. El encuentro no  había sido de guante blanco. A Zamora y al italiano Bedini los expulsaron por liarse a puñetazos, por ejemplo. Algún jugador español que salió del campo en camilla, no  quiso perderse la fiesta. Y la organizaron a modo de entierro, llevando al lesionado Pagaza en unas parihuelas como si fuera el muerto por las calles y el seleccionador, Paco Bru, recibiendo el pésame de los viandantes. La broma terminó al entrar al primer bar, donde el “muerto” se levantó y comenzó la fiesta.

Como “buenos profesionales” al día siguiente ganarían a Holanda por 3-0 consiguiendo el primer éxito de la selección español de fútbol, con Zamora como héroe. Se ganó la medalla de plata ya que en la final, la selección de Checoslovaquia se retiró por “persecución arbitral”  cuando perdían 2-0 y al ver entrar al ejercito belga en las gradas, así que fue descalificada.

Zamora, de pie el tercero por la izquierda.

 

LLEGADA AL REAL MADRID

En 1930 Zamora pasó a formar parte del Real Madrid, que pagó 100.000 pesetas al Español por el fichaje, más 50.000 al jugador y un sueldo de 3.000 pesetas al mes. En su época, se decía que tenía el sueldo de un ministro.

Eran ligas con diez equipos participantes y se disputaban de diciembre a abril. Era difícil que un futbolista jugara en aquella época todos los partidos por la violencia del juego y las pésimas condiciones del terreno de juego. A eso había que sumarle la dureza de los balones y de las botas que calzaban para nada anatómicas.

En su primer año de blanco terminaría en sexta posición el campeonato liguero, perdiéndose bastantes partidos. Sin embargo, en las dos temporadas siguientes, donde jugó todos los partidos menos uno, ganaría las dos ligas (las primeras de la historia del Real Madrid) y sería el portero menos goleado de la competición. A ello contribuyeron dos defensas a los que estaría muy unido tanto en el Real Madrid como en la selección española: Ciriaco y Quincoces. Un trío defensivo espectacular.

 

Ciriaco, Zamora y Quincoces

En la siguiente temporada no se pudo ganar la liga pero se conseguiría la Copa Presidente de la República al ganar en la final al Valencia por 2-1 con goles de Hilario y Lazcano. Fue la segunda Copa de España que conquistaría ya que había ganado una anteriormente con el Español.

En 1934, Zamora jugó con la selección española en el mundial de Italia 1934. En la primera ronda se venció a la selección de Brasil por 3-1 a pesar de ser muy favorita. En cuartos de final, tocó enfrentarse a la anfitriona en un partido que se ha conocido como “La batalla de Florencia”, el partido de fútbol más brutal de la historia de los Mundiales. Tras humillantes derrotas en los Juegos de 1924 y 1928 tocaba enfrentarse de nuevo a los italianos.

El 31 de Mayo de 1934 saltaron al estadio Giovanni Berta los 22 protagonistas. España formó con Zamora, Ciriaco, Quincoces, Cilaurren, Muguerza, Fede, Lafuente, Iraragorri, Lángara, Luis Regueiro y Gorostiza ante la Italia de Combi, Meazza, Schiavio, Orsi o Ferrari. El ritmo del encuentro era altísimo y el juego muy físico con muchoss encontronazos, como uno entre Orsi y Cilaurren en el que el vasco se dolió de la boca. Quincoces salvó un gol en la línea y a renglón seguido llegó el gol español de Luis Regueiro. A partir de ahí, Italia se lanzó con gran coraje al ataque haciendo que Zamora se emplease a fondo. El empate “azzurro” se produjo al borde del descanso en un tanto que no debió de subir al marcador ya que en un centro al área sin demasiado peligro Schiavio dio dos puñetazos a Zamora que le impidieron despejar y Ferrari a puerta vacía puso la igualada.

En la segunda parte, Italia pasó por encima de forma literal de los jugadores españoles. Golpes, patadas, codazos, el choque era una batalla campal y el árbitro belga lo consentía con una permisividad pasmosa. Los acercamientos de España a la portería italiana eran cortados mediante falta que no eran señaladas. Mientras, la defensa comandada por Ciriaco y Quincoces repelía las ofensivas locales, empleándose también en ocasiones con dureza. Hubo un tanto anulado a Lafuente por una presunta falta que nadie observó y de este modo finalizaron los 90 minutos reglamentarios. En el tiempo extra el cansancio hizo que se mantuviera el empate. Zamora recibió una patada en un ojo y varios jugadores transalpinos necesitaron de asistencia médica en un enfrentamiento que concluyó 1-1.

La FIFA determinó que el desempate se jugase al día siguiente. España tenía siete lesionados, entre ellos Zamora con dos costillas fracturadas. Los italianos volvieron a comportarse con la misma dureza, lesionando a Bosch, Lángara y Quincoces. A pesar de eso, España sólo perdió por la mínima, en gran medida por la permisividad arbitral. Al finalizar el partido los italianos realizaron el saludo fascista en el centro del campo y los españoles los imitaron en tono de burla, para mostrar su disconformidad con lo sucedido en el campo.

Selección española en el mundial Italia 1934

En su regreso a casa el gobierno quiso recompensar a aquel equipo unas semanas después. Niceto Alcalá Zamora otorgó la Orden Civil de la República al presidente y al tesorero de la Federación Española de Fútbol, al seleccionador Amadeo García de Salazar y a Ricardo Zamora y la insignia de caballero al resto de convocados.

Volviendo  la competición liguera, en la temporada 34-35 se perdería la Liga por un punto de diferencia con el Betis. La temporada 35-36 sería la última de Zamora en el Real Madrid. Esa temporada el antiguo seleccionador Bru le había dado la titularidad al húngaro Alberty y Zamora sólo juega 7 partidos en liga, donde el Madrid acaba en segunda posición tras el Athletic de Bilbao. Sin embargo, Zamora se despide con otro título.  El 21 de junio de 1936 se juega en Mestalla la final de la Copa donde el Real Madrid se enfrenta al FC Barcelona. El Real Madrid se adelantaría en el marcador con goles de Eugenio y Lecue. Escolá recortaría distancias. El Barcelona se lanza en busca del empate y Zamora realiza varias paradas de mérito. Su última parada, a tiro del barcelonista Escolá, inmortalizada en una foto célebre, le dio el título de Copa al Madrid FC, su denominación durante la República.

El propio Ricardo Zamora describe este momento en sus memorias, que comenzó a escribir estando aún en activo:

«¡Un solo tanto de diferencia! Un descuido, una vacilación y la culpa es mía. Carga el Barcelona insistente buscando el empate. El tiempo transcurre desesperadamente lento. El Madrid, replegado, agótese en tremenda defensa y el tanto se ve venir. Minutos, segundos faltan para que termine el duelo. El público puesto en pie espera el pitido final… cuando Escolá se escapa, queda solo ante mí. Veólo como detiene momentáneamente su carrera, como en relámpago, mide con la vista la distancia, observa mi colocación e inicia el disparo…

… No ven mis ojos más que a Escolá. Lo veo agrandado, en primer plano sus pies y el balón. Hay un grito imperioso que se me queda dentro: ¡Por aquí! Inclino el cuerpo hacia la izquierda. Marco el sitio. Sin una milésima de retraso, justos, coincidimos el balón y mis manos. Críspanse los dedos atenazando el curro. ¿Mío! ¡Mío! ¿Mío! ¡Nada más que mío! Absoluta posesión de lo que me pertenece, de lo que nadie puede disputarme, el balón. «No ha sido goal, no ha sido goal» —oyese a mi alrededor—. Es el título. Veinte años de fútbol están ahí, en ese instante».

 

SU VIDA TRAS EL FÚTBOL

Pocos días después,  el 18 de julio de 1936, estalló la Guerra Civil y a Zamora le pilló de pleno. No fue ajeno al conflicto. En primer lugar, el Gobierno de la República lo había condecorado tras “la Batalla de Florencia”. Al mismo tiempo, el nacionalismo catalán lo tenía en su punto de mira por jugar en el Español y en el Madrid, pese a que había jugado, en los años 20, en la selección catalana. Pero también fue utilizado por el bando nacional.

El diario ABC publicó en julio del 36 que los republicanos habían asesinado a Zamora. La noticia no era cierta, por supuesto. Los nacionales utilizaron esta información y a la figura de Zamora como propaganda. Consiguió huir disfrazado, aunque no engañó a casi nadie. Un miliciano lo reconoció y le espetó “Zamora, veo te has dejado barba”.

Los republicanos, por lo que pudiera pasar, lo detuvieron y lo encarcelaron en la cárcel Modelo de Barcelona. Estuvieron a punto de “pasearlo”. Allí, jugando al fútbol con los guardas, se aseguró cierto bienestar y debido a su fama, fue excarcelado. Además, la Embajada Argentina intercedió y le permitió escapar del conflicto. Su destino fue Francia. Con 36 años de edad, se hizo cargo del Niza, su primer equipo como entrenador y el último como jugador. En la Costa Azul estuvo un año y, cuando acabó la guerra, regresó a España.

El primer equipo que entrenó en España fue el Atlético Aviación, denominación del Atlético de Madrid en los primeros años de la posguerra. Con los colchoneros logró sus dos únicos títulos como técnico: dos Ligas seguidas, en el 40 y en el 41. Tras siete años entrenando al Atleti, luego fue técnico del Celta (1946-1949), del Málaga (1949-1951), de la selección española (1952), de Venezuela (1953), de nuevo del Celta (1953-1955), del Español (1955-1957), una tercera etapa en el Celta (1957-1960) y por último, otra vez del Español (1960-1962), experiencia tras la cual se retiró del fútbol.

Zamora vivió en Barcelona hasta su fallecimiento, el 8 de septiembre de 1978. Al margen del fútbol, su imagen estuvo rodeada de controversia por los hechos acaecidos al comienzo de la Guerra Civil. Sus detractores le acusaron de jugar con las dos barajas (la de ganar y la de no perder). Porque, además de ser condecorado por la República, en 1950 fue el Gobierno de Franco el que le premió. Además, protagonizó dos películas, una en 1926 (Por fin se casa Zamora) y otra en 1941 (Campeones). No era un hombre que pasara desapercibido. No se escondía, de hecho, los tres paquetes de cigarrillos que fumaba al día no le impidieron ser el mejor portero de su época. Y para muchos, de todas las épocas.

Entre otros reconocimientos Ricardo Zamora, tiene una calle con su nombre en Barcelona y tras su muerte, le fue concedida la Medalla de Oro del Mérito Deportivo, de manera póstuma. Por todas estas razones y por muchas más, Ricardo Zamora pasó a la historia como “el Divino”.

VIDEO DE ZAMORA

 

PALMARÉS Y ESTADÍSTICAS CON EL REAL MADRID

2 Ligas

2 Copas de España

1 Campeonato Regional

5 Campeonatos Mancomunados

46 veces internacional con la Selección Española

Medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920

© José Luis Alises Moreno – La Gran Familia Úbeda