11 histórico de Capitanes del Real Madrid – Centrocampistas

Vamos a retomar en este artículo el segundo bloque de capitanes históricos del Real Madrid, centrándonos en aquellos que ocuparon la demarcación de centrocampista.

Empezamos con Ipiña (1944-1949). Este vizcaíno nacido en 1912 es considerado como el primer gran capitán de la historia madridista. La Guerra Civil le sorprendió de vacaciones en su Ortuella natal y se tuvo que incorporar al regimiento de artillería de San Sebastián. Tras la contienda, Ipiña se incorporó al conjunto blanco lo que representó un gran esfuerzo económico para un jugador con una gran proyección. Se convertiría en la piedra angular de la reconstrucción de un equipo en el que solo Quincoces, Lecue, Sauto y Bonet permanecían tras la guerra. Fue todo un acierto ya que permaneció en el club durante 10 temporadas dando un gran rendimiento a lo largo de sus 302 partidos oficiales.

Fue un poderoso interior de gran habilidad técnica que formó un gran centro del campo junto con Huete y Sauto. Lamentablemente, jugó en una época en la que los títulos escaseaban en el conjunto blanco. Sin embargo, en las semifinales de Copa de 1943 fue partícipe de la escandalosa goleada que le propinaron al Barcelona. 11-1 fue el resultado final y eso que se le anularon 4 goles más al Real Madrid. En la final, el Athletic nos privó del título con un gol del legendario Zarra.

Ipiña solo pudo incluir en su palmarés dos Copas de España. La primera en 1946, ganándole la final al Valencia por 3-1 con dos goles de Pruden y otro de Barinaga. La temporada siguiente se revalidó el título venciendo en la final al Español en el estadio de Riazor. Fue un partido muy duro en el que expulsaron a los madridistas Molowny y Corona. El partido se resolvió con dos goles en la prórroga marcados por Pruden y Vidal.

El 14 de diciembre de 1947, Ipiña tuvo el honor de ser el capitán blanco en el partido inaugural del estadio Santiago Bernabéu, entonces denominado Chamartín. Vistió además la camiseta de la selección española en 6 ocasiones.

Tras abandonar el fútbol Ipiña entrenó dos años al Valladolid y después lo haría en el Real Madrid durante una temporada. Después pasó a ser secretario técnico puesto en el que realizó uno de sus mejores servicios al madridismo: fichar a don Alfredo di Stéfano. Posteriormente entrenaría al Sevilla y al Athletic, terminó en el fútbol donde quiso empezar.

Ipiña fue el encargado de pulir a otro gran centrocampista de la historia madridista que forma parte de este equipo de capitanes: Luis Molowny (1950-1956).

Era un gran interior izquierdo, un clásico «diez», de fácil regate, pases templados, gran llegador con remates imparables. Pese a su propensión a engordar y su escasa velocidad, la acumulación de estrellas, en el ataque del Madrid, le llevó al extremo derecho. En el córner, sin moverse, sólo con fintas, mareaba al defensa: a la afición madridista se le caía la baba. Sólo Butragueño hizo algo parecido, después.

Nació en 1925 en Arbelo, en la isla de Tenerife, su pelo rubio y ojos azules denotaban su ascendencia irlandesa. Empezó pronto a jugar al fútbol y se dice que un equipo le impidió realizar una prueba, él se puso detrás de una portería y empezó a devolver los balones que salían fuera con tal clase que el equipo se vio en la obligación de contratarlo. En las islas jugó en el CD Tenerife y en el Marino.

Su fama llegó a la península y su contratación por el Madrid fue especial: el Barcelona quería contratarlo y mandó, por barco, a un enviado. El presidente Bernabéu se bajó de un tren en Reus, leyó la noticia en un periódico catalán y llamó a Jacinto Quincoces: «Coge un avión, llévate cien mil pesetas en billetes nuevos y contrátalo». Como el avión llegó antes que el barco, ganó el Real Madrid. Comentaba luego don Santiago: «Si ese día no me bajo en Reus, la cagamos».

Su debut con el Real Madrid no pudo ser mejor, ya que marcaría de cabeza el gol de la victoria frente al Barcelona, en el Estadio Metropolitano (Chamartín estaba en obras). Poco después, en las navidades de 1946, el San Lorenzo de Almagro hizo una gira por España arrasando a los equipos españoles: ganó al Atlético de Madrid por 4-1. El Madrid le derrotó por el mismo tanteo, en un gran partido del canario. Zubieta, la estrella del equipo argentino diría: «Es uno de los más grandes jugadores que he visto nunca. En Buenos Aires, cualquier equipo se lo disputaría, a precio de oro».

Le tocó una etapa difícil en el Madrid: casi todo el dinero iba a para a las obras del estadio… Molowny jugó en el equipo blanco 208 partidos oficiales, marcando 103 goles durante once temporadas. El equipo volvió a ganar la Liga tras una sequía de 21 años (la última en 1933) con una delantera formada por Joseíto, Olsen, Di Stéfano, Molowny y Gento. En su palmarés como jugador figuran 2 Ligas, 1 Copa y la inolvidable primera Copa de Europa. Con la selección nacional jugó siete partidos, incluido el Mundial de Brasil de 1950.

Solía jugar cogiéndose los puños de la camiseta y eso le hizo ganarse el apodo de “el mangas”: la gente decía que era por el frío que el canario pasaba en Madrid… Sin embargo, él lo explicó de otro modo: «Me gustaba cogerme los puños porque, al correr, me hacía parecer más alto y, además, cuando llovía, se daban más de sí y me daban equilibrio al regatear». Genio y figura.

Como entrenador acuñó frases inolvidables: «Chicos, salgan y jueguen como saben» o «Denle cariño al jugador».  Fue uno de los primeros entrenadores-psicólogos. Cuando al equipo se le atragantaban las tácticas complejas, Molowny lo resolvía con sencillez: «¿Que los rivales corren más? Pues si tú corres igual que ellos y tienes más calidad, les acabas ganando». Un monumento al sentido común.

Teniendo en cuenta lo anterior, entrenó a la UD Las Palmas obteniendo el subcampeonato de Liga, y después tomó las riendas del Real Madrid en varias situaciones complicadas, un auténtico “hombre de la casa” siempre presente para arreglar los problemas.

Tuvo que reemplazar a Miguel Muñoz (el entrenador más laureado de la historia madridista) en 1974 e hizo al equipo campeón de Copa. En septiembre de 1977 sustituyó a Miljanic y el equipo ganó dos ligas consecutivas. En 1982, tras cesar a Boskov, el Real Madrid volvió a acordarse de él y acabó ganando la Copa del Rey. Su última aportación al club blanco fue relevar a Amancio en 1985 y en temporada y media consiguió una Liga, una Copa de la Liga y las dos Copas de la UEFA de la historia madridista. También dirigió la selección nacional en 4 partidos.

En 1990 se retiró del mundo del fútbol. Posteriormente, en 2001, Florentino Pérez le hizo entrega de la insignia de Oro y Brillantes del Club con motivo de la visita del equipo a Las Palmas. Fue un justo reconocimiento para un hombre que dedicó su vida al Real Madrid y que moriría el 12 de febrero de 2010.

Molowny junto a Santillana (al fondo Maceda y Ochotorena)

Es necesario ponerse de pie para hablar del siguiente capitán del Real Madrid: nuestro actual Presidente de Honor, D. Francisco Gento (1962-1971).

Nace el 21 de octubre de 1933 en la localidad cántabra de Guarnizo. Deja los estudios pronto y ayuda a su padre con las vacas. Tras compaginarlo con el atletismo, donde adquiere su gran velocidad, empieza a jugar al fútbol en 3ª división con el Rayo Cantabria, filial del Santander, que ya se había asentado en 1ª división. Su progresión es meteórica.

Gento debuta con el Racing de Santander en 1ª división el 22 de febrero de 1953 en un partido contra el Barcelona. La siguiente temporada ya jugará en el Real Madrid donde militará durante 18 temporadas, jugando 601 partidos oficiales y marcando 182 goles . Para darnos cuenta de la importancia del Real Madrid de la época, el club gana al menos un título importante por temporada, hasta la última de Gento (la 70-71) en la que solo juega 7 partidos.

Legendaria era su velocidad, de ahí su apodo de “la Galerna del Cantábrico”, un extremo izquierdo inalcanzable por la banda. Fue considerado como el extremo más rápido de todos los tiempos por diversos medios y compañeros de profesión. Un defensor del Manchester United declaró tras enfrentarse a él: ​”Gento corre mucho, pero lo peor no es cómo corre, lo peor es cómo se para.»

Su velocidad crearía problemas incluso a sus compañeros, que sufrían para seguir el ritmo del cántabro, hasta que Héctor Rial, compañero en el club, le aconsejó como sacar mejor provecho de sus habilidades (tal y como reflejamos en el artículo dedicado a Rial). Físicamente, era un portento, se lesionaba muy poco. Debido a ello, Manolín Bueno, un excelente extremo izquierdo que era su suplente, apenas disfrutó de minutos de juego. A pesar de ello, Bernabéu nunca le dejó marchar para no reforzar a los enemigos subiéndole el sueldo y dejándolo su momento de gloria en la 1ª Intercontinental formando delantera con Canario, Del Sol, Di Stéfano y Puskás.

Con el Real Madrid Gento ganó 12 ligas (tiene el récord de jugador con más ligas) y las 5 primeras Copas de Europa como títulos más importantes. Fue integrante de la delantera más famosa de la historia madridista: Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.

Consiguió también la 1ª Copa Intercontinental de la historia en 1960. Pero el título que recuerda con más cariño es la 6ª Copa de Europa ganada con el Real Madrid “ye-ye”, en el que era el capitán de un equipo con mayoría de jugadores españoles donde él aportaba la madurez y la experiencia que necesitaba ese joven equipo.

Fue 44 veces internacional con la selección española, marcando 5 goles. Parecen pocos teniendo en cuenta su extensa carrera pero, en esa época, las selecciones no jugaban tantos partidos como hoy en día. Participó en los mundiales de Chile’62 e Inglaterra’66. Además, también formó parte de la selección mundial que se enfrentó en 1963 a la selección inglesa para conmemorar el centenario de la Federación de Fútbol de Inglaterra.

En el momento de retirarse era el tercer máximo goleador del Real Madrid tras Di Stéfano y Puskás. Como entrenador dirigió al Castellón y al Granada entre otros, además de entrenar al Castilla y en las categorías inferiores del Real Madrid, de donde saldrían sus sobrinos que llegarían a jugar en el Real Madrid tanto de fútbol como de baloncesto: José Luis Llorente y Toñín Llorente en baloncesto y Paco y Julio Llorente en fútbol. Hoy tenemos en la plantilla a Marcos Llorente, hijo de Paco Llorente y sobrino-nieto de nuestra leyenda.

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El mundo del fútbol ha reconocido su carrera a través de sus diferentes organismos. Así, Gento figura entre los 50 mejores jugadores de todos los tiempos según la FIFA. En el Salón de la Fama de la FIFA hay espacio para 12 jugadores del Real Madrid, con Gento entre ellos.

En la web de la UEFA, se reconoce a Gento como integrante de uno de los mejores equipos de la historia, el Real Madrid de las cinco primeras Copas de Europa (1956-1960).

Para la Federación Internacional de Historia y Estadística del fútbol, Gento se encuentra entre los 48 jugadores leyenda. Otras distinciones que posee Gento son la Insignia de Oro y Brillantes del Real Madrid, la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo (2001),​ dos Medallas de Oro al Mérito Deportivo o la Cruz de Isabel La Católica, entre otras.

Para terminar con los centrocampistas volvemos nuestra mirada a Pirri (1976-1980). Fue capitán del Real Madrid en sus últimos años debido a que coincidió en la plantilla con Gento, Zoco y Amancio de los que tomaría buena nota de los valores madridistas. Con la camiseta blanca disputaría 561 partidos oficiales, marcando 172 goles,

José Martínez “Pirri”, nació en Ceuta, dónde se inició en el Atlético Ceuta. Posteriormente, empezó a jugar en el Granada cuando se trasladó a esta ciudad para estudiar Medicina. El Real Madrid lo fichó con solo 19 años. En su primer año, se asentó en la titularidad y ganó su primera Liga. En sus primeros años formó junto a Velázquez y Félix Ruiz una gran tripleta de centrocampistas. Pirri ponía el esfuerzo y el sacrificio y liberaba a Velázquez que ponía la calidad en el centro del campo blanco. Con el paso de los años, Pirri iría retrasando su posición y jugaría como “líbero” incorporándose al centro del campo en ataque como iniciador del juego con buena llegada al borde del área e incrustándose entre los centrales cuando tocaba defender. Era la época en la que un joven alemán llamado Beckenbauer dio lustre a esa nueva posición en el campo.

Junto a Gento, ganó la 6ª Copa de Europa con el Real Madrid “ye-ye” rodeado de esa gran hornada de jóvenes jugadores españoles. A lo largo de su carrera ganó además 10 Ligas y 4 Copas. Pero si por algo es recordado Pirri, es por su entrega y pundonor. Recibió de Santiago Bernabéu la máxima distinción del club blanco, la Laureada, tras jugar la final de la Copa de 1968 con 40º de fiebre y con la clavícula rota. En la final de la Recopa de Europa del 71 contra el Chelsea también jugó con el brazo en cabestrillo, al tener roto el radio. Era un jugador hecho de otra pasta.

En sus últimos años compartiría el centro del campo del Real Madrid con jugadores de la categoría de Breitner, Del Bosque o Stielike. Con la selección española fue internacional en 41 ocasiones y marcó 16 goles. Además participó en dos mundiales: Inglaterra-66 y Argentina-78.

Al abandonar el Madrid, se fue a México a jugar en el Puebla donde se retiraría. En el Real Madrid desempeñó varios puestos de importancia: fue jefe de los servicios médicos del club y mánager general (elaboró el polémico “Informe Pirri” donde no dejaba en buen lugar a jugadores como  Guti, Morientes o Michel Salgado).

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© José Luis Alises Moreno – La Gran Familia Úbeda